Director de la Recordada obra teatral «Montesco y su señora» escrita por José Martínez Queirolo, posteriormente catedrático de idioma extranjero de la Universidad de Guayaquil, se encuentra en la actualidad en un largo descanso, luego de su jubilación.
Un apasionado por los tabloides nos habla en exclusiva de la fundación del Teatro Ágora y su participación en ella.
- ¿Cuándo notó que su vocación era el teatro?
Todo empezó cuando estaba en el colegio Vicente Rocafuerte, alrededor del año 1957, año en el que me gradué. Hacía pequeñas presentaciones estudiantiles, claro que no había en esos tiempos mayor opción de cine o teatro como ahora, sin embargo, con lo poco que se podía hacer, pude descubrir mi pasión; el teatro. - ¿Cuál fue su participación en la fundación del Teatro Ágora?
Fui director, fundador, actor, de lo que fue en la Facultad de filosofía, universidad de Guayaquil, el teatro experimental Ágora, se puede decir que este teatro fue una creación de un grupo de estudiantes del año 1958 y mía. Juntos fundamos el teatro, y llamamos a nuestro grupo el «Teatro Experimental Universitario Ágora». - ¿Qué proceso tuvo esta fundación?
Nuestro grupo teatral quería ser tomado en serio, y pedíamos un espacio al Rector y al Decano de entonces. Luego de tanto insistir, nos permitieron ensayar en un antiguo salón de actos. Nos prendamos de ese espacio y empezamos a hacer presentaciones allí, al ver que reunía ciertas condiciones, decidimos hacer algunos arreglos y adecuaciones con nuestro propio esfuerzo, porque no creía que nos auspiciaba totalmente la facultad ni la universidad, aunque los decanos de esa época sí vieron en el teatro un vehículo de cultura y de educación, por lo que en esa época me ayudaron bastante. - ¿De qué manera llegó usted a ser el Director de este Grupo Teatral?
Las personas que participaban en este grupo fueron siempre esporádicas, eran estudiantes que al terminar sus carreras, terminaban también su compromiso con el teatro, así mismo, la Facultad contrataba Directores que no permanecían por mucho tiempo: mexicanos, españoles, pasaban por allí, dejaban sus muestras y no se quedaban, dejaban grupos y estos no seguían. Nosotros persistimos, y lamentablemente llegamos a quedamos sin el último director, Paco Villar, quien en Guayaquil hacía mucho teatro pero que se fue a Estados Unidos, al irse él, se terminaba el teatro que él hacía, así que me arriesgué, y dije, – Bueno, ahora los voy a dirigir yo-, y mis compañeros me aceptaron. Fue un poco difícil, pero como veían la entrega, el sacrificio, el trabajo tesonero, me aceptaron y logré mantener al Teatro Ágora 12 años, como Director. - ¿Qué tan duro fue darse a conocer en el medio del Teatro Nacional?
Fue duro el sacrificio, la dirección y producción de las obras, ensayábamos 3 meses para representar 3 días, mas nos dimos a conocer. Nuestro primer público fue nuestra familia, luego nuestros amigos, quienes hablaban de nuestras obras y persuadían a las demás personas a vernos actuar. Las presentaciones gustaron mucho y así se fueron expandiendo en el país. - ¿Qué giras recuerda usted?
Hacíamos giras a los lugares aledaños, Yaguachi, Libertad, Babahoyo, Milagro, Bucay, íbamos a colegios, escuelas, para difundir educación por medio de obras teatrales, también fuimos a Quito invitados por la UNP, (Unión Nacional de Periodistas), fuimos con 3 obras. «Goteras», «Montesco y su señora» y «el baratillo de la sinceridad». Todas ellas escritas por el dramaturgo nacional, mundialmente conocido, José Martínez Queirolo, quien se inicia como tal en esa época y en dicha labor teatral. Fuimos al primer festival del teatro universitario en Manizales Colombia en 1968. - ¿Tuvo la oportunidad de incursionar en el cine?
Claro, en las décadas 60 y 70, fui director de documentales, unas pequeñas secuencias de cine, se estaba empezando en esa época, una de las obras que presentamos es la “Yuca”, basada en un cuento y «2 cadáveres y un solo funeral», son obras inéditas del grupo. - ¿Cuál fue su último trabajo teatral?
El teatro lo dejé en el año 70, con una última obra llamada «Montesco y su señora» que la volví a dirigir 45 años después.
Estuve invitado por Pipo Martínez al teatro Espol y lo dirigí 2 años. En realidad estrené sus primeras obras y 6 de sus últimas producciones. - ¿Podría compartir una anécdota que recuerde dada en escena?
En una obra de teatro clásico en la que teníamos que usar espadas, y las usábamos espadines reales, con las mismas que ensayábamos. En los ensayos todo salió bien, pero los nervios en la presentación serían los que hicieron que en una batalla, una espada tropezara mi cara. La obra se tornó más real de lo esperado, ya que de mi cara, cerca a mi ojo brotaba sangre, a pesar de eso la obra continuó.