Reunión de ex compañeras del Colegio “Dolores Sucre”, promoción año 1972
«Unas son amigas y otras confidentes, son las ex alumnas del colegio Dolores Sucre. Año con año deciden reunirse y contar lo bien que recuerdan los buenos años de colegio, dicen que los años no han pasado y que encontrarse les ayuda a recordar, a vivir.
¡Recuerdo de recordar es vivir!
La noche del 26 de Julio del 2014 fue una noche maravillosa para recordar, a las ausente las tuvimos presente en nuestras sonrisas y la alegría de la noche; la llegada de cada una era un regalo un explosión de felicidad.
La idea de festejar nuestros 60 años, fue una oportunidad para encontrarnos y reintegrarnos entre todas las ex – compañeras amigas con quienes compartimos desde 1.966 las primeras bancas del colegio, todas las que se fueron integrando y todas las que por diferentes circunstancias se fueron quedando en el camino tanto las que viven en el exterior y las que estamos aquí presentes.
Cuando nos conocimos todas éramos unas niñas, ahora celebrando nuestros 60 años todas juntas como si fuéramos quinceañeras del ayer; tenía que ser algo hermoso y una oportunidad para afianzar nuestra relación de amistad fraternal que seguro permanecerá por el resto de nuestras vidas.» – Helyn Ochoa –
Les compartimos varias preguntas:
¿Qué es lo que más recuerda en su juventud, siendo estudiante hace 60 años del Dolores Sucre?
Disciplina, respeto, compañerismo, amor y excelentes maestros.
¿Mensaje para sus compañeras a través de nuestros linderos Patrios, del evento que se realizó en Julio en Hotel Ramada?
Ayer fue el mejor momento para conocernos dentro de las aulas de nuestro colegio, y hoy, estamos aquí para seguir cultivando nuestra amistad a través de la distancia, aceptándonos tal cual somos ahora: Mujeres de éxitos, profesionales, y trabajadoras del hogar.
Recuerden siempre la amistad hay q cultivarla siempre, y q la distancia no tiene límites.
¿Cuál es el maestro que usted recuerda más de su época de colegio?
La señorita Rosa Bravo, a ella. Me encantaban los profesores de carácter fuerte, estrictos. Fueron ese tipo de profesores los que me formaron.
¿Hay entonces mucha nostalgia de por medio?
Si, aunque todo es parte de esa vida que nos va alcanzando.
¿Y alguna compañera que recuerde de manera especial?
A todas, las recuerdo a todas, porque era amiga de todas, me llevaba con cada una y, a pesar de que no me gradué en el colegio, la amistad la mantuve con el grupo y mire usted, somos amigas hasta ahora.
Al inicio de la entrevista, ella hace énfasis en que es una ex alumna del colegio de señoritas Dolores Sucre.
¿Cuál es la experiencia que tiene más viva de los años en el colegio?
Algo que siempre añoro son mis maestros; puedo decir que tuvimos a los mejores. Todos y cada uno de ellos.
Si no hubiese estudiado hace más de cuarenta años sino, en este tiempo ¿Habría cambiado algo?
Si yo comparo la educación de antes y ahora, la distancia es mucha. Para empezar, los maestros de antes no se comparan a los de ahora; antes se trabaja por vocación, los profesores ahora lo hacen por el sueldo, es más, un profesor entraba al curso y todas estábamos atentas a lo que dijera, en silencio y escuchando; eso ahora ya no es así.
Teníamos la libertad de opinar pero lo hacíamos con respeto y disciplina.
¿Qué le falta a la educación actual entonces?
Soy Rectora de un Colegio en Guayaquil y a mí me dicen “La Generala” (risas).
El respeto se ha perdido en gran medida, los estudiantes llaman pro el apellido a los profesores y yo debo corregir eso, por ejemplo, dicen “Allá viene Ayora” y yo les refuto “Querrás decir: El licenciado Ayora”.
Ella toma la iniciativa en la entrevista y cuenta que se graduó del colegio hace cuarenta y dos años y habla de su deseo de que todas quienes fueron parte de esa época adolescente, puedan encontrarse un día.
¿Su grupo de colegio tenía algún sobrenombre?
Nos decían “Palomitas” y “Novicias” pero era por el uniforme, decían que parecíamos de colegio religioso. Eso sí, el uniforme era lo más llamativo de nosotros y lo que más nos controlaban también; la falda debajo de la rodilla y las aletas bien almidonadas todo color blanco en lo absoluto.
Debo añadir que la disciplina en el colegio era tal que jamás tuvimos inspectora –no había-; teníamos autocontrol.
¿Cómo aplicó en su vida, con su familia, los valores que aprendió en el colegio?
Una con los hijos aplica lo que aprendió y yo debo decir que pude hacerlo, formé a mis hijos con valores y con metas en la vida.
¿Qué le significa cumplir sesenta años?
Alcanzar una meta, eso. La vida ha sido recíproca conmigo, con nosotras; me siento realizada como persona y como profesional.
Debo darle gracias a Dios y a la vida pro cada acostarme y cada levantar.
¿Y el ánimo y la vitalidad?
Ese sigue ahí, porque profesional y personalmente sigo siendo la misma, eso me ha ayudado a ganarme mi espacio en todo lo que he hecho; el deseo de servir, de hacer algo por los demás lo ayuda a una a ser feliz y yo lo soy.
¿Y la experiencia ganada con los años?
Eso no es un accidente porque se aprende en la escuela de la vida y no en ninguna universidad. Tenemos la responsabilidad de lo que aprendimos, que no es nuestro, debemos compartirlo a los demás, a los más jóvenes. El secreto de vivir es compartir.