La forma de relación entre las personas ha cambiado mucho en los últimos años, si antes las conversaciones eran en el estricto sentido el intercambio de ideas, en la actualidad esa dinámica dejó de ser tal.
Y es que los jóvenes de ahora (y algunos adultos también) cambiaron el juego de palabras en una charla por el envío de mensajes texto, emoticones y toda forma de textualidad tecnológica posible.
Si antes, lo común era ver a un grupo de amigos en un parque, reunidos en amena charla, ahora la dinámica cambió, el mismo grupo de amigos ya no habla, solo escriben.
A muchos resulta molesto el observar gente “chateando” mientras la familia está reunida en la mesa o cuando el profesor en la universidad dicta clases.
En un país como Ecuador en que la cantidad de ciudadanos es inferior en número a la de celulares (15, 8 millones hasta julio de 2013 según datos del INEC) y en donde el uso de estos dispositivos pasó de ser un lujo para convertirse en una necesidad comunicacional.
No es raro que cada usuario de móvil le dedique más tiempo a su dispositivo que a la misma familia. Eso gracias a que ahora cada teléfono ofertado en el mercado compite por la vanidad de la gente a la hora de tenerlo.
El perjuicio a la formalidad y a la lengua castellana también es evidente, Miriam Bustos, docente secundaria explica que “es motivo de asombro ver tantas faltas ortográficas juntas en un escrito hecho por un estudiante de colegio”. Sostiene además que “de tanto abreviar palabras a la hora de escribir en los celulares, ellos (los colegiales) se están acostumbrando a escribir así, mal”.
Queda decir entonces que hay muchos adictos tecnológicos por ahí, de esos que no salen de casa sin celular, a quienes cualquier cosa les puede faltar en sus manos menos el “bendito teléfono”, para quienes la tecnología no ha sido un referente de avance sino de retroceso.
Por: Edisson Aleaga Ramírez